9.5.13

Los insultos son anécdota


Enojada porque el presidente José Mujica eligió como viceministro de Economía a un integrante de una minoría disidente de su partido, la diputada socialista Daisy Tourné escribió en un foro socialista:
“Creo que llegó la hora de golpear la mesa con toda nuestra fuerza. Eso debe ser entre las autoridades del PS y el excelentísimo Sr. Presidente. Entre casa y sin anuncios. Algo así: ‘Viejo de mierda te vamos a romper el culo te guste o no’. Por supuesto traducido al socialista, no ésta grosería que él entendería bastante mejor”.
La frase la publicó el semanario Búsqueda y de inmediato estalló en las radios, los portales y las redes sociales.
Unas horas más tarde, el presidente Mujica respondió en radio Sarandí que Tourné "es una gorda macanuda. Es una muchacha a la que le tengo mucha simpatía, a veces se toma un par de copas y se le va un poco la marca".
Fuego cruzado entre Mujica y Tourné
Tourné en la Presidencia: otros tiempos. Foto: Presidencia
El choque entre el "viejo de mierda" y "la gorda que a veces toma" continuó ocupando todos los espacios. El énfasis general estuvo y está puesto en el lenguaje soez de la ex ministra Tourné, en la velada acusación de alcoholismo hecha por el presidente Mujica y en lo rastrero del debate en términos generales. Menos mal que son compañeros del Frente Amplio.
Sin embargo, por grave que parezca, eso es apenas una anécdota. El tema de fondo, mucho más grave, es cómo se eligen las personas que nos gobiernan. En este caso ni más ni menos que un viceministro de Economía y Finanzas.
Lo que enfurece a Tourné no es que el designado sea un mal candidato o un incapaz, sino que el cargo le sea conferido a un militante socialista que está distanciado de su dirección nacional y que no goza de su respaldo. Como en Cambalache, lo mismo un burro que un gran profesor, siempre y cuando tenga la bendición del partido.
Tourné se siente traicionada, quizás, porque los cargos en el gobierno de José Mujica se han adjudicado una y otra vez dándole prioridad a la cuota política. Basta recordar cómo se seleccionó a Ana Olivera como candidata a la intendencia de Montevideo y la larga, larguísima lista de cuadros del MPP colocados aquí y allá, más allá de sus aptitudes. Como la profesora de educación física a la que se le encomendó ni más ni menos que dirigir la enseñanza secundaria. Todo eso con un agravante: como los militantes del MPP tienen que donar una parte muy alta de su sueldo al partido, queda la duda de hasta qué punto influye la necesidad de la caja partidaria en tales designaciones.
El Frente Amplio se pasó una vida criticando este tipo de "repartijas" por "cuota política". Y una de las razones por las cuales finalmente llegó al poder fue que la ciudadanía toda se hartó de este modo de actuar de blancos y colorados. Con frivolidad, el presidente colorado Jorge Batlle llegó a decir que, en su propio gobierno, los directores de las empresas públicas no sabían nada. Claro: habían sido elegidos por "cuota política".
El Frente Amplio prometió cambiar, pero no lo hizo. Y en el gobierno de Mujica las luchas por cuotas de poder han llegado a límites de tragicomedia.
Cuando era candidato a la Presidencia, en un acto el viernes 29 de setiembre de 2000, Tabaré Vázquez habló sobre este modo de gobernar. Aludió varias veces a la "repartija" entre colorados y blancos y citó a Robespierre: "Si las funciones de administración dejan de ser un deber para convertirse en objeto de ambición, la república está perdida".
En ese punto exacto estamos, mientras el presidente se insulta con sus colaboradores.

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3.5.13

"El niño mimado de la dictadura uruguaya"


El libro Converso, recién publicado en Argentina, confirma lo que cuenta Relato Oculto: durante la dictadura militar Víctor Hugo Morales estuvo muy lejos de tener las actitudes críticas y de resistencia que hoy pretende haber tenido.
Uno de los capítulos de Converso, libro escrito por el periodista Pablo Sirvén, se dedica a analizar los años de Morales como periodista en Uruguay, antes de radicarse en Buenos Aires.
Un hallazgo de Sirvén es haber dado con el testimonio del periodista argentino Jorge Brinsek, quien entre 1977 y 1979 dirigió la corresponsalía en Montevideo de la agencia United Press International (UPI).
Brinsek tomó el cargo en reemplazo del uruguayo Héctor Menoni, detenido y deportado por el régimen militar al haber cuestionado en un cable las cifras de detenidos que proporcionaba la dictadura.
Converso, de Pablo Sirvén, confirma a Relato Oculto
Al poco tiempo, cuenta Sirvén, Brinsek también tuvo problemas con el régimen y debió comparecer ante el coronel Calixto de Armas, jefe de Inteligencia del Ejército. El militar le dijo que mejor se dedicara a escribir de fútbol. Hablaron de Víctor Hugo Morales, el periodista deportivo del momento, y el jerarca militar lo definió así: "Hace su trabajo y no trae problemas".
Brinsek relata en Converso una anécdota muy significativa. La sede de la agencia UPI quedaba en el mismo edificio donde estaban los estudios de las radios Montecarlo y Oriental, la emisora donde trabajaba Morales además de Canal 4 y el diario El País.
Un día una empleada de la radio llegó a UPI acongojada. Le habían encomendado armar la lista de invitados para el casamiento de Víctor Hugo, pero la habían retado porque no había conseguido las direcciones de los principales jefes militares.
"Estaba muy afligida por eso y entonces alguien del informativo de la radio le recomendó que me viera a mí, que yo seguro podía tener esa información que le faltaba. En efecto, vino la chica desencajada y le di los nombres y direcciones de los diez principales jerarcas militares", cuenta Brinsek. ."El presidente de la Nación, que no era militar, Aparicio Méndez, también estaba en la lista".
En Relato Oculto citamos y documentamos los elogios de Víctor Hugo al presidente de facto Aparicio Méndez, quien además lo rehabilitó cuando la AUF le prohibió relatar. Ahora, gracias al testimonio de Brinsek, sabemos que el formidable relator también lo invitó a su casamiento, junto a los máximos jefes militares de la dictadura.
Sirvén cita también a un lector del semanario Brecha que relata respecto al comportamiento de Víctor Hugo Morales en aquellos años:
-Este "hijo de p…", cuando todos andábamos recagados y caminábamos semiescondidos se daba el lujo de andar en un auto ostentoso "cargando" cuanta mujer se le cruzaba por 18 de Julio. ¡¡¡Yo lo vi!!! Y los demás mirábamos de reojo a ver si no venía el "suba-suba", como le llamaba un amigo a los jeep y camionetas militares…
Concluye Brinsek respecto a la conducta periodística del relator durante la dictadura:
-Durante los tres años que estuve en Uruguay se comportó impecablemente. Era un punto de referencia para todo el país. Había por entonces mucho dolor por los periodistas presos. Me consta que Víctor Hugo era funcional a los militares. Él no puede criticar la conducta o el instinto de preservación de periodistas argentinos en esa época en que aquí desaparecía tanta gente, habiendo tenido un pasado más que complaciente en lo personal como en lo económico en plena dictadura uruguaya. Jamás se jugó media palabra. Y era un tipo que tenía todo el poder, porque una cosa era un periodista desconocido detenido y otra muy distinta si Víctor Hugo hubiera ido preso por sus ideas. ¡Si nunca se jugó, era el niño mimado de la dictadura uruguaya!


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19.4.13

Cuatro de los 33 orientales eran guaraníes


Muy de vez en cuando se recuerda que entre los 33 Orientales –que como se sabe no fueron 33 sino más probablemente 40– hubo cuatro paraguayos. Lo que nunca se dice de los 33 Orientales -entre otras cosas- es que esos cuatro paraguayos eran de origen guaraní.
Para el historiador Oscar Padrón Favre, "los 33 Orientales son un muestreo de lo que era la sociedad de entonces: había patricios como Manuel Oribe; caudillos, como Juan Antonio Lavalleja; gauchos, como Andrés Cheveste; negros esclavos, como Dionisio Oribe y Joaquín Artigas; y cuatro paraguayos de origen guaraní".
Los guaraníes entre los 33 Orientales
Los 33 según Juan Manuel Blanes.
Aníbal Barrios Pintos publicó en 1976 en El Día dos artículos destacando la estirpe guaraní de Pedro Antonio Areguatí, Felipe Patiño, Francisco Romero y Luciano Romero, todo integrantes de la cruzada libertadora.
De los Romero se conoce poco, ni siquiera se sabe si eran hermanos. Se incorporaron a la expedición en las islas del Paraná, donde vivían. Francisco se cambió luego su apellido por el de Lavalleja. Luciano combatió con los patriotas en la batalla de Sarandí.
Felipe Patiño era conocido como "Carapé", voz guaraní que quiere decir petiso. También combatió en Sarandí.
En el caso de Areguatí su apellido no deja dudas respecto a su origen: En su acta de defunción, conservada en una parroquia de Paysandú, consta su origen misionero. El documento dice: "El 14 de julio de 1891 di sepultura a Pedro Antonio Arehuatí, natural de Misiones, donde era casado. Fue uno de los 33 que acompañaron al general Lavalleja. Recibió sacramentos. Doy Fe". Y firma el sacerdote Solano García.
Barrios Pintos cuenta que Areguatí había combatido antes en la campaña libertadora de Perú: durante 17 meses se negó a cobrar el sueldo de soldado, por entender que la causa patriota necesitaba más del dinero. Luego, fue prisionero de los portugueses entre 1816 y 1822. Pero una vez libre volvió a servir a la causa libertadora.
En 1842 Uruguay otorgó un premio en dinero en efectivo a todos los 33 Orientales. Areguatí no se presentó a cobrarlo.

Recuadro del reportaje Uruguay, tierra guaraní publicado el 19 de mayo de 2001 en el suplemento Qué Pasa del diario El País. La versión completa se encuentra en el libro 9 Historias Uruguayas.
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